
Por
Diego F. López Gómez
@ProfeDiegoLopez
Una frase trajinada por la
politiquería es hoy más que nunca un imperativo categórico; sin embargo,
debemos hacer varías precisiones para poder vislumbrar un camino en medio de
tantas burbujas, de falacias y sobre todo del descontrol económico en que anda
el país y el mundo por la pandemia y otros males peores.
Lo primero: ¿Reactivar
qué?
Santander desde hace un par de
décadas ha venido cediendo terreno en la competitividad regional y su dinámica
empresarial, otrora pujante, ha sido relegada a una de escasos servicios y de
materias primas, casi que de sustento y sobre todo a cedido espacio para la
llegada de los mal llamados Inversionistas, que poco tiene de inversionistas y
si de asaltantes del territorio; debemos hacer claridad sobre el concepto de inversionista:
una inversión aceptable es aquella que trae riqueza no solo a quien invierte
sino a la región donde se proyecta y que está aportando también a que ese
proceso económico sea posible; pero aquella que solo es inversión para generar
recursos al dueño del capital y una vez este termina, y se jacta y enriquece,
no queda ningún activo valioso para la región, de nada sirve y por lo general lo
que deja son desastres sociales y ambientales: la minería es el ejemplo vivo de ello.
En Santander se vive aun el auge
de monocultivos extensivos, como el caso de la palma; No se ha logrado avanzar
en mejorar los procesos para mayores desarrollos y productos de valor agregado;
pero si ha servido para esterilizar grandes extensiones, dejar a familias en
vilo al depender en su totalidad de una sola fuente de ingresos.
Otro caso reciente es el del
tabaco; un ejemplo claro de muy mala planificación económica y estratégica.
Desde hace ya muchos años, la comunidad global viene confrontando el tabaquismo,
vastas regiones han mutado sus cultivos y en Santander se dejó pasar sin
ninguna previsión hasta que la principal compañía que compraba el producto dejó
de procesarlo en el país y con ello miles de obreros y familias quedaron
abandonados. Una economía organizada debe prever esos movimientos, que por lo
general implican varios años de ventaja, cualificar la producción y
diversificar hacia otros productos; en el caso del tabaco hay grandes
oportunidades en la medicina y los productos estéticos; nada de esto se hizo.
En resumen, En Santander debemos
priorizar una estrategia intergremial que apunte a desarrollar una economía
amplia y diversificada, que aproveche las cualidades climáticas y sobre todo
que realmente integre al departamento, luego yo no hablaría de reactivar nada
de lo que hasta el momento solo ha traído retraso y pobreza, lo que debemos es
plantearnos una dinámica diferente para que se consolide una verdadera economía
regional que beneficie a los santandereanos y al resto del país, todo esto en
el marco de una nueva visión de conciencia ambiental y los recursos
estratégicos de valor agregado, el resto que se quede y se vaya con la
pandemia.
Una ruta abierta
Evidentemente la situación
amerita acciones inmediatas frente a la mala gestión económica y social del
gobierno nacional frente a la crisis puesta en evidencia por la pandemia. Los
gremios no están bien organizados y se necesita reactivar el flujo económico,
para ello debe crearse confianza y esa confianza traducirse en una baja en las
tasas de interés que puedan no solo beneficiar a los emprendedores sino
asesorarles decididamente y orientar una integración de todos los sectores
primarios, secundarios y de servicios.
La clave está en el liderazgo, es
necesario que el gobierno genere los espacios de encuentro y brinde respaldo,
asesoramiento y apoyo; por eso se insiste tanto en que las secretarías de
gobierno estén lideradas por expertos que se escuchen todas las voces,
incluidas las de la provincia que tanto tienen que aportar.
Un enfoque efectivo para dinamizar
e iniciar un proceso es trabajar con lo que hay, cualquiera puede
intuirlo, ello supone una fuerte campaña de consumo con preferencia local, y
estoy hablando de una feroz campaña coordinada para favorecer el consumo de
productos santandereanos que los hay en cantidad y en calidad suficiente para
atender las necesidades, poner a circular el dinero en nuestra propia región es
el primer paso.
Un segundo paso tiene que ver con
brindar apoyo a quienes ya tienen capacidad instalada de producción en todos los
sectores, es decir las empresas o asociaciones campesinas que teniendo una
organización de producción y comercio se quedaron varadas; este sector que ha
sido tal vez el más golpeado tiene la clave para avanzar y supone no solo
motivar y apoyar la producción sino asesorar mejoras sustanciales,
especializaciones, formación que bien puede irse dando a la par.
Finalmente ha quedado demostrado
que una economía basada en servicios es bastante inestable, sobre todo cuando
estos servicios no son prioritarios, como el turismo; supone que el esfuerzo
que Santander había venido gestando en servicios turísticos deben encaminarse a
su diversificación y se relacionen con otros procesos como la educación, la
salud (tal vez el más adelantado) y otras áreas el conocimiento.
Para terminar, quiero señalar que
el mayor obstáculo en esa posible activación de una economía solida para el
departamento tiene una dura prueba que es el repudio generalizado a la
corrupción; si el empresario sigue avalando la corrupción, si el ciudadano
sigue permitiendo que los corruptos y el clientelismo se instalen en el
ejercicio del poder administrativo del departamento, todo lo demás será echado
en saco roto.
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