#ReestructuraciónALaPoliciaYa - Revista MB

Breaking

Buscar en Revista MB

Post Top Ad

Post Top Ad

18 de septiembre de 2020

#ReestructuraciónALaPoliciaYa


Por 
Diego F. López Gómez
@ProfeDiegoLopez


Hace unos días, mientras veíamos atónitos en la televisión, pero sobre todo en los perfiles particulares de redes sociales y a través de mensajes en diversos grupos, como policías arremetían con armas de fuego contra ciudadanos que estaban en las calles manifestándose, surgió una conversación espontánea con conocidos, con familiares y amigos. Rápidamente fueron surgiendo anécdotas y recuerdos no tan agradables de diversos encuentros con policías en los que el principal invitado era el miedo, el acoso y la extorsión, en todo caso, el abuso.


Ya en la distancia, algunas anécdotas generaron risa por lo absurdas como el caso de Manuel que de camino a su finca fue detenido por dos uniformados, que tras solicitar coima para evitar un comparendo por luces opacas y él no tener efectivo, tuvo que invitarlos a desayunar. Otras no tan risibles como la de Leonardo, un muchacho que gana su sustento vendiendo productos que compra en abastos y a quien un grupo de policías le decomisó su pescado por “transporte inadecuado” y en la tarde vio a varios uniformados con bolsas  de su producto. Estas por no mencionar los casos corroborados de bandas al interior de la institución para delinquir o el famoso caso de la comunidad del anillo que se dedicaba a la prostitución de sus mismos integrantes; y aquellos en los que abiertamente miembros de la institución han participado de casos de acoso y abuso sexual, torturas y homicidios a sangre fría.


Es aberrante, indolente y absurdo salir a decir que la policía no necesita una reestructuración urgente; es absolutamente necesario que la policía recupere su rumbo, que se especialice y pueda prestar el servicio ideal para un país que necesita de manera urgente un cuerpo capaz de servir como mediador, de organizador cívico y ciudadano, que genere empatía y seguridad en el amplio sentido de esa palabra.


Por supuesto hay casos excepcionales de policías que se dedican al servicio de sus comunidades, he tenido el gusto de trabajar de la mano de ellos en muchos procesos y doy fe de su integridad; pero incluso ellos, en confianza, reconocen la corrupción al interior de los mandos y sus compañeros; algunas personas han salido a reclamarles a esos policías “buenos” que desenmascaren a sus compañeros corruptos, sin darse cuenta de cuanto ponen en peligro su integridad y la de su familia al intentar hacerlo, como le pasó al Lina Maritza Zapata quien denunció la red de prostitución al interior de la institución y fue vilmente asesinada y su caso silenciado, o el caso de Anyelo Palacios quien fue destituido por tener el valor de denunciar y ahora afronta una gran persecución.


Me asalta la duda sobre ¿qué pasó con la policía, otrora servicial, otrora parte de la comunidad? En qué momento empezó a ser la institución un descampadero seguro para delincuentes, dónde quedaron aquellos ideales con los que fue fundada en el ya lejano 05 de noviembre de 1891 para unificar las policías departamentales y municipales de aquella época, bajo el sentido patriótico y de protección civil.


En la constitución de 1991 el cuerpo policial obtuvo un fuero especial, dadas las condiciones de seguridad y conflicto interno colombiano; se daba la necesidad de reclutar personal para atender como un servicio de gendarmería. Esto confirió a la institución unos procesos de formación que se apartaron rápidamente del servicio civil para atenerse más a una institución militar plenamente dicha. Aquello tuvo mucha incidencia en lo que ocurre hoy. Luego, el primer llamado es a la reestructuración del proceso de selección; el país ha cambiado y debe seguir hacia un proceso de aseguramiento de la paz, por tanto no puede seguir reclutándose a la topa tolondra, sobre todo a quienes no tienen una vocación, sino una necesidad imperativa de obtener un trabajo; ser policía no puede ser un trabajo más, su formación debe tender al fortalecimiento de los procesos ciudadanos, la protección de los derechos humanos y su restablecimiento en el caso de vulneración.


Un segundo acto necesario es la desvinculación de los fueros penales militares, dado que la policía no está para combatir ningún enemigo, sino para atender necesidades de ciudadanos y entender eso es primordial. Por lo anterior es lógico que la policía pase del Ministerio de Defensa al Ministerio del Interior y se desarrolle un proceso pedagógico a los uniformados, tanto a lo largo, ancho y alto de la institución.


Finalmente, debemos hacer un gran esfuerzo para la reconciliación con la institucionalidad, pero eso no lo hacen los policías de a uno por más voluntad que tengan, lo debe hacer el Estado y el gobierno nacional al aplicar medidas serias contra quienes han manchado el uniforme y quienes siguen protegiendo una institución inadmisible en un Estad

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Top Ad