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19 de octubre de 2020

La minga me representa.

Por 
Diego F. López Gómez
@ProfeDiegoLopez


Se ha hecho popular por estos días volver a hablar de la Minga; sin embargo, he visto también, tantas tergiversaciones como noticias falsas que recorren al galope las redes sociales y creo que es muy pertinente no solo aclarar lo que significa la minga, sino la trascendencia histórica que su acción conlleva.


La revolución republicana involucró a muchos indígenas, sin embargo, una vez retomadas las pugnas por el nuevo poder tras la independencia, fueron totalmente echados al olvido y dejados en las manos del maltrato de los hacendados de uno y otro bando. La lucha por su identidad ha sido tenaz desde el mal llamado descubrimiento hasta nuestros días. A pesar de su bondad, bien relatada por el cura De las Casas y por su nobleza, primero el colono y luego el criollo, se han aprovechado y abusado de formas innombrables. Un recuerdo de esa ignominia fue plasmado por José Eustasio Rivera en su afamada novela La Vorágine, aunque poco sirvió para tomar conciencia de la situación; luego llegó la segunda oleada de colonos que volvieron a desplazarlos y a estrechar sus fronteras territoriales sin ningún respeto por la identidad o por la cultura.


Con la bonaza mariguanera y cocalera, después de los años setenta, los grupos indígenas fueron presa de los bandos delictivos, primeros los narcos, luego las guerrillas que vieron en el narcotráfico una fuente, no solo de financiamiento, sino de enriquecimiento personal, todo esto mientras los hacendados, los ganaderos, las mineras y los ingenios iban destajando su territorio a cambio de más espejos y cachivaches que usufructuaron algunos indígenas blanqueados que se aprovecharon de su herencia étnica para enriquecerse mientras sus pueblos se hacían cada vez más pobres y marginados, todo esto ante la vista indolente del Estado.


Con el proceso constituyente de 1991 se abrió una luz de esperanza y de reorganización de los cabildos, de las organizaciones y los territorios. La constitución les brindó una voz en los escenarios políticos y les permitió iniciar un proceso de organización, que, aunque mil veces saboteado y oscurecido por aquellos que siguen usufructuando del desorden, ha dado grandes pasos en algunos procesos de su misma organización y protección de sus identidades y del territorio.


Dentro de las organizaciones indígenas se plantearon desarrollar cuatro principios fundantes: la unidad, la tierra, la cultura y la autonomía. Estos conceptos son fundamentales para comprender sus reclamos, su lucha y el desarrollo de la minga.


¿Qué es la minga?, me preguntan algunos por estos días y el significado es esencial para comprender la identidad a la que debemos sumarnos, la minga es una reunión, un encuentro que busca ayudar, es la suma de capacidades y fuerzas para darle vida a una idea o un objetivo; los campesinos, herederos indígenas y aun los habitantes del pueblo hacemos “Mingas” para ayudar a un vecino, nos juntamos para hacer un “mute”, un bingo y recoger dineros para un fin preciso; en la vida aborigen, a quienes no les hace falta el dinero, se usa para sumar habilidades, capacidades y dar vida a un objetivo concreto; se junta el pueblo para, entre todos, construir una casa a una nueva familia, se juntan para recoger la cosecha o para pensar el futuro de su pueblo.


En 2008 se llevó a cabo la Minga Nacional de Resistencia Indígena y Popular, organizado por la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y el Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric). Algo realmente reciente que desde la constitución de 1991 ya se había planteado, pero cada gobierno lo pospuso. Las organizaciones indígenas han debido soportar las canallas acusaciones de quienes tienen los micrófonos y el poder mediático que denigra de sus organizaciones y trata de relacionarlas con los grupos insurgentes, siendo que estos también se han aprovechado; pero poco a poco y con la suma de voluntades han ido ganando voz y representatividad, Algunos de sus miembros participan en espacios de formación de la mal llamada “cultura occidental” o “cultura del blanco” y se establecen puentes de entendimiento que los ostentadores del poder se niegan a escuchar, a poner en práctica, evidentemente porque afecta al uso y abuso del territorio que los terratenientes, multinacionales y demás usurpadores han realizado.


Para Colombia es significativo escuchar y unirse a La minga, el país necesita transitar de un Estado depredador y gobernado por una elite corrupta hasta los tuétanos, hacia la realización de aquello planteado en la constitución del 91 a la que tanto le debemos por realizar, un país plural, multicultural, que no siga un modelo económico depredador y asesino de toda pluralidad y riqueza.


La minga me representa y sé que a millones de compatriotas también, incluso aquellos que, enceguecidos por las polarizaciones y los vendedores de mentiras, siguen cautivos en la desinformación y en la ignorancia; por ellos, por todos, ¡Viva la Minga indígena, campesina, colombiana! 


1 comentario:

  1. Excelente profe.
    Informar, permite defender con conceptos claros la realidad de un país y en este caso de una Cultura de la que como Colombianos nos debemos sentir orgullosos y a su vez avergonzados por el poco apoyo brindado

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