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27 de octubre de 2020

La unidad una prioridad


Luego de conocerse los resultados del plebiscito convocado en Chile donde una abrumadora mayoría ha decidido sepultar de una vez y para siempre la vetusta constitución promulgada a sangre y fuego durante la dictadura los ojos de América Latina, empiezan a mirar hacia la esperanza sembrada en la lucha social para derrotar el neoliberalismo.

Y el 25 de octubre 2020 pasará a la historia como el inicio del desmonte del proyecto jurídico político neoliberal en América Latina, hay que recordar que esa constitución moribunda fue la panacea con que los tecnócratas promovían las nuevas fórmulas económicas que sacarían a nuestros pueblos del hambre y la miseria. Era curioso ver a Hernán Büchi (ministro de la dictadura) por todos los países del continente explicando las maravillas del modelo chileno y las ventajas del sistema privado de pensiones. ¡La religión Neoliberal estaba siendo impuesta!

Hoy a cerca de 40 años de ese perverso modelo lo que existe en el continente es un clima de agitación social permanente porque el modelo no funciona bien. El Estado se queda corto para satisfacer las necesidades de la gente. El desasosiego y la incertidumbre son de tal magnitud, que la población se tira a la calle dispuesta a jugarse el todo o nada. Y las perspectivas no son mejores. La sociedad se debate entre el neoliberalismo y la construcción de una alternativa distinta. Aquí ya no hay tintas medias o camino de centros.

neoliberalismo no es ninguna construcción teórica económica seria, por el contrario, es una ideología que fue asumida con tecnicismos para promocionar una subvención de los oligopolios en contravía de los sectores económicos productivos.  Es un modelo de Robín Hood inverso en donde se le quita a pobres para darle todo a los más ricos. Pero parte de una falacia y es considerar que los recursos de los sectores populares son infinitos, lo que lleva a niveles altos de tributación y pérdida de ingresos de estos sectores.

Las clases trabajadoras y los pequeños y medianos empresarios  en nuestro país deben pagar por todo, desde  el funcionamiento de los servicios públicos: educación (matrículas altas y créditos comerciales), salud (altas cuotas mensuales como afiliados y repago de cada consulta y medicamentos), carreteras (peajes cada vez más cercanos entre sí), vigilancia (privada en edificios y urbanizaciones), altos precios del combustible  del transporte público; y, de paso, también se asumen los gastos de funcionamiento del Estado vía impuestos predial, industria y comercio, consumo, renta, entre otros.

Cada vez más, el estado neoliberal se parece a la Francia prerrevolucionaria y a la Nueva Granadacolonial, asfixiadas por los impuestos y por el derroche de los gobernantes.

Es ese modelo el que está haciendo aguas, hoy en nuestro país luego de 30 años de aplicación del mismo no logra crecer a más del 3% promedio anual mientras que los niveles de desempleo crecen y los indicadores de injusticia social son cada vez más aterradores. Este país no es viable para la inmensa mayoría de jóvenes que hoy día están optando por la migración. 

Sin lugar a dudas que la PANDEMIA ha sido grave para las PYMES pero lo único que ha hecho es acelerar el proceso gradual que se ha experimentado en la economía del país durante los últimos años en donde se han destruido puestos de trabajo producto de política económicas que favorecen los oligopolios financieros. Tanto Santos como Uribe han puesto el Estado al servicio del capital financiero. Los banqueros ganan con el santismo y con el uribismo igual, la agenda macroeconómica esta direccionada para sostener la llamada regla fiscal, eufemismo utilizado para destinar los recursos públicos al pago exclusivo de la deuda externa. Deuda que fue adquirida para el desarrollo de proyectos de infraestructura que terminaron en escandalosos actos de corrupción.  

NO es posible el desarrollo económico si el circulante sale del país por la vía de la corrupción o del pago de deuda. Esta regla económica es clave para entender el desarrollo de un país, en la medida que haya circulante y que el mismo rote rápidamente en la esfera productiva permitirá crecimientos sostenidos, pero aquí el circulante es completamente monopolizado y su uso en actividades productivas es muy costoso. Sumado a esto las cargas tributarias hacen que la gente tenga solo para pagar deudas, muy poco para otras compras y casi nada para el ahorro. El grave daño del Neoliberalismo es la destrucción de la economía, es un modelo que destruye sus fuentes de riqueza. He ahí el asunto. 

Entre todos podemos!!!

EMIRO ARIAS BUENO 

Economista 

Mg ciencia política

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