Por Profe Diego López
Hace un tiempo, en medio de una
conversación con amigos, nos preguntábamos cual podría ser un buen negocio en
medio de la crisis de pandemia. Surgieron algunas buenas alternativas como el
sector de cuidado corporal, pues mucha gente quiere recuperar su buen estado
físico después de tantos meses en quietud; también el tema de asistencias
educativas para mejorar los procesos de educación a través de medios virtuales…
finalmente, alguien dijo que no hay mejor negocio en el país que montar una
iglesia… Hubo un coro de risas seguido de un silencio incómodo.
Según datos del ministerio del
interior, existen en el país alrededor de mil ochocientos (1800) grupos
religiosos registrados, esto supera a muchos gremios empresariales del país.
Según datos aportados por las comunidades religiosas e investigaciones de la
universidad nacional y Javeriana, aglutinan a más de diez millones de personas,
es decir un veinte por ciento ( 20%) de la población nacional, luego no es poca
cosa lo que representa este fenómeno cultural.
De igual forma, según los datos manejados
por la DIAN, las iglesias en el país registran información financiera por más
de un Billon de pesos( 1 BILLON) anualmente, Esta información proporcionada por
ellas mismos, dado que la DIAN tienen muchas limitantes para realizar
verdaderas auditorias a los inmensos capitales que mueven por debajo del
radar y que en algunos casos, como el recordado de la pastora María Luisa Piraquive, quién recaudaba en sus
iglesias alrededor de tres mil millones
cada fin de semana, iban a parar en sus inversiones en fabulosas
mansiones en los estados unidos, entre otros negocios en el país y en el
exterior.
Hace unos días, la actriz
Margarita Rosa de Francisco, en medio de la discusión por una nueva reforma
tributaria, propuso que las iglesias pagaran impuestos, dado que recaudan
grandes sumas de dinero sin ningún control; esto inmediatamente provocó una
oleada de apoyos y desde luego las críticas de los pastores de dichas iglesias,
quienes soportan su posición en la misma constitución nacional.
Según el artículo 19 “Se
garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a profesar
libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva. Todas
las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley” Desde
luego en ninguna parte de dicho artículo dice que no deben pagar los impuestos
de ley; sin embargo, Colombia, al igual que muchos países mantiene un rezago
cultural de la colonia en el Concordato vaticano, acuerdo que favorece a la
Iglesia católica para no pagar impuestos y en aras de la igualdad las demás
iglesias tampoco lo hacen.
Así las cosas, aún queda mucho
tiempo para que estas estructuras anacrónicas, que permiten la corrupción, el
lavo de activos y de mentes, se pongan en cintura y se clarifique sus
verdaderos fines; que cabe reiterarlo, son en su mayoría comerciales, son
emprendedores de la fé, mercachifles de la necesidad espiritual.
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