Tengan cuidado con las nuevas generaciones, no tienen nada que perder, pero tienen mucho por ganar. Me da alegría ver el papel protagónico que están tomando los jóvenes en los diferentes escenarios sociales, culturales y políticos en los cuales antes pasaban desapercibidos o tenían poca participación. Estamos consolidando lo que las generaciones anteriores medianamente hicieron, luchar por equidad social, por ser escuchados, por tener oportunidades de estudio y empleo para todos, pero sobre todas las cosas, por una vida digna.
Pero ser joven no es motivo de cambio, tantos lobos disfrazados de ovejas, tantos tradicionales disfrazados de innovadores, llenos de pensamientos machistas, discriminatorios hacia la población LGTBIQ, las comunidades afros, los indígenas, hacia las personas de bajos recursos y hacía todo aquel individuo que sea o piense diferente a ellos. Suele ser común entre algunas personas adultas y en algunos miembros de nuestra generación, encontrar pensamientos netamente conservadores socialmente hablando. Piensan que el hombre no puede meterse a la cocina, dicen que la mujer solo sirve para hacer quehaceres del hogar, imponen que sus hijos deben estudiar o hacer lo que a los padres les plazca, ven en aquel que no sea creyente una persona malévola, mencionan que las mujeres solo deben vestirse de cierta manera para evitar “provocaciones”, “piropos” o “morbo”, de lo contrario “es una cualquiera o está insinuando provocación”. Esto con motivo de dar algunos ejemplos, pero son muchísimos más, incluso somos apodados como “la generación de cristal”, ¿Por no aguantar los abusos de nadie? ¿Por luchar por nuestros derechos? ¿Por no callar ante las injusticias? ¿Por tener indignación por cosas que los adultos marcaban como “normales”? ¿Por no tolerar comentarios hirientes sobre nuestra vestimenta o sobre nuestros cuerpos? ¿Por defendernos y apoyarnos entre nosotros?
Lastimosamente, el panorama actual no es alentador para la juventud. En materia de educación, “de cada 100 colombianos, 56 no completan la educación secundaria” indica un informe de la Organización Niñez Ya. No obstante, de aquellos que logran acceder a la educación superior, “solo el 10% pertenece al estrato uno” menciona Julián de Zubiría. En el campo laboral, tampoco hay cabida para los jóvenes, según un informe estadístico realizado por el DANE, la tasa de desempleo para los jóvenes durante el último trimestre del 2020, fue del 21,6%,lo que representa aproximadamente cerca de 2.245.000 jóvenes. Sin embargo, estos no son los únicos inconvenientes que existen, falta de oportunidades en todos los ámbitos, la lucha contra el cambio climático, crisis económica, el gran problema en que se han convertido las enfermedades mentales, la violencia irracional que tiene que sufrir gran parte de la población, discriminación por sexo, gustos, ideologías, etc.
A pesar de lo expuesto, se nota el deseo de contribuir, de generar condiciones de vida dignas para todos y todas, de ayudar a cambiar esta forma de estado corrupta, desigual, inequitativa, discriminatoria, oligárquica de la cual hacemos parte.
Nosotros, los que tenemos la oportunidad de llevar una vida medianamente digna, con el privilegio de acceder a la educación superior, tenemos el deber de ir a la universidad no solamente a pasar por un aula de clase y obtener un diploma, sino tenemos la obligación de enriquecernos críticamente de argumentos para así esparcir el conocimiento con aquellos que no tienen la oportunidad de acercarse a estos espacios. Asimismo, debemos contribuir socialmente a poner lo aprendido a lo largo de nuestras carreras al servicio de la sociedad y de aquellos que necesitan de nuestra ayuda, debemos dar la pelea también por aquellos que no tienen oportunidades de mejorar sus condiciones de vida. Una de las bases de toda sociedad debe ser la cooperación.
Cuando entendamos como sociedad que la ropa, los tatuajes, los aretes, los piercing, los cortes de cabello no son lo realmente importante, sino lo que verdaderamente importa se encuentra en nuestras mentes, en nuestros modos de actuar, en nuestra humanidad, daremos un gran paso en torno al cambio que buscamos.
Ahora, no podemos dejar por fuera un tema tan importante como es el de la incidencia política. El papel en la política y el activismo de los jóvenes tiene que reflejarse más que nunca, considero que las juventudes serán uno de los movimientos más importantes de cara a las elecciones para el congreso y para la presidencia que se llevarán a cabo en el año 2022. Este sufragio exige nuestra total disposición y articulación si queremos generar un cambio a gran escala; primero, renovando el congreso, y posteriormente, eligiendo a un presidente que represente todo lo contrario a los gobiernos pasados y al actual. De nada sirve que quien ejerza la presidencia sea motivo de cambio si no escogemos un congreso mayoritariamente renovado, alternativo, alejado de la clase política tradicional. Esto debido a que es en el congreso de la república donde se toman las decisiones más importantes del país, por allí pasan todas las leyes de todas las materias, se tramitan los proyectos, y de nada sirve un presidente diferente con un congreso que sea más de lo mismo. Quiero hacer énfasis en que no se debe confundir votaciones con democracia, pues aunque es un ítem fundamental, no se da solo cada 4 años ejerciendo el derecho al sufragio. Se tiene que hacer democracia constantemente a través de acciones ciudadanas, control político, organización popular, incidencias en decisiones que nos afectan como sociedad, movilizaciones en defensa de nuestros derechos, entre otros pilares que abarca este concepto.
Por eso, es importante comenzar a articularnos desde ya, son muchos los jóvenes que sin importar el sexo al cual se pertenezca, quieren un cambio, que están actuando en pro de un mejor país, que aportan su granito de arena en los diferentes movimientos, que lo hacen con el único objetivo de lograr un giro de 180° grados como sociedad, estoy seguro que individualmente somos buenos, ¿pero unidos? Unidos somos imparables y podemos lograr más cosas a gran escala.
Una mención especial para aquellos jóvenes y para todas las personas que han sido víctimas del abandono estatal, de guerras, de violencia, acoso sexual, discriminación, machismo, xenofobía, racismo, opresión, y todo aquello que los afectó negativamente, absolutamente ninguna persona debería pasar por ese tipo de situaciones. ¡Por ustedes también es que luchamos!
Carlos Antonio Franco León.
Estudiante de derecho.
Activista Social y Político Juvenil.
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