Por Profe
Diego López.
El 04 de noviembre de 2016 entraron en Vigor los compromisos
firmados en el acuerdo de París por más de 197 países en 2015. En este gran
acuerdo global, los países del mundo se comprometieron a realizar acciones
concretas para enfrentar el calentamiento global y crear mecanismos para la adaptación
al cambio climático, hecho este ya inevitable a escala mundial.
Nuestro país, a pesar de que, en 2015 fue una de las
delegaciones más activas en el trabajo de formulación del acuerdo de París, también
ha sido uno de los que menos ha desarrollado en programas concretos y en la
planeación territorial los acuerdos allí establecidos.
El gobierno nacional y en su representación el ministerio de
medio ambiente ha sido una entidad endeble, carente de mecanismos eficientes
para desarrollar políticas publicas claras que logren incidir en los
territorios nacionales; es así como en la mayoría de departamentos, la
deforestación se ha incrementado y los capitales económicos se saltan la
reglamentación o la infringen abiertamente.
El país se comprometió a reducir el 20% de sus emisiones de
gases de efecto invernadero (GEI) con respecto al valor proyectado para el año
2030, teniendo como línea base el año 2010. Si bien es cierto que el aporte de
Colombia en términos de generación de emisiones GEI es del 0,42% con relación
al total mundial y considerando el acumulado en el lapso 1990-2012, Colombia se
ubica dentro de los 40 países con mayor participación histórica en la
producción de GEI, fundamentalmente a causa de la deforestación evidenciada en
este tiempo en el territorio nacional. En materia de adaptación el país
priorizó entre otras, las siguientes acciones a 2030: 1) 100% del territorio
nacional cubierto con planes de cambio climático formulados y en
implementación, 2) un sistema nacional de indicadores de adaptación que permita
monitorear y evaluar la implementación de medidas de adaptación, 3)
instrumentos de manejo del recurso hídrico con consideraciones de variabilidad
y cambio climático en las cuencas prioritarias del país e 4) inclusión de
consideraciones de cambio climático en los instrumentos de planificación y
acciones de adaptación innovadoras en seis sectores prioritarios de la
economía.
En el departamento de Santander, se han creado múltiples
documentos que están relacionados directamente y dan las herramientas para
incidir en la protección del medio ambiente, en la adaptación territorial al
cambio climático y la planificación de políticas publicas que se basen en
desarrollos sostenibles ambientalmente; Sin embargo, la realidad que pueden
palpar los pueblos en los territorios es que no hay un cumplimiento y por el
contrario nos estamos enfrentando a una crisis ambiental nunca antes vista en
nuestros territorios, donde ya vemos combinados los fenómenos de inundaciones y
sequías.
No hay una articulación interinstitucional para desarrollar
verdaderos proyectos de adaptación; pero sobre todo no hay un compromiso con la
protección de cuencas hídricas, de ecosistemas estratégicos y de desarrollo
territorial; esto es: proyectos de desarrollo económico articulado desde la
nueva perspectiva de cambio climático, ni de protección ecosistémica; programas
sanitarios y educativos encaminados a la protección de los seres humanos y el
medio ambiente.
Dentro de los cinco ejes temáticos que se han propuesto como
procesos para enfrentar el cambio climático no se evidencian avances. El
departamento ha disminuido significativamente sus hectáreas cultivadas con
alimentos, por lo que a todas luces hay una amenaza a la seguridad alimentaria.
La falta de control efectivo de la autoridad ambiental, una
ausencia total de pedagogía ambiental y los malos manejos a procesos
industriales, los pilotos de fracking, la tala indiscriminada en zonas
de amortiguación, al igual que la pretendida expansión minera son un grave
contrasentido al eje componente de desarrollo que debe proteger los recursos
hídricos del departamento y cada uno de sus municipios.
De igual forma, no se evidencia ningún proyecto alentador en
torno a garantizar que se mantenga la biodiversidad en el departamento y, al contrario,
las áreas de protección se están viendo severamente afectadas mientras las
instituciones ambientales que deben velar por su protección se transforman en
pilares inmóviles de la burocracia y del gasto público ineficiente.
Otro tanto ocurre con los componentes de salud y hábitat
humano; pues vemos con gran preocupación como se desborda la construcción en
riveras y en la periferia inapropiada para la construcción de hábitat humana,
creando una problemática a la salud humana y ambiental, generando focos de
problemáticas socio-culturales que agudizarán los procesos de daño ambiental y
por ende aceleradores del cambio climático, finalmente revertidos en costo de
calidad de vida de los seres humanos, la vida vegetal y animal.
Es preocupante que mientras el mundo entero avanza hacia los
procesos agropecuarios menos agresivos con la tierra y sus ciclos de
regeneración; en el departamento se han fortalecido los monocultivos y cultivos
extensivos. El mismo informe del Min de medio ambiente reconoce que tales actividades
ocasionan daño ambiental y también tienen un componente de perjuicio social en
las comunidades. Lo anterior ampliamente documentado en el mundo, pero al
parecer sin instituciones que lo atiendan en nuestro territorio.
Otros problemas asociados al recurso hídrico son “el estado
de deterioro de las cuencas por la continua deforestación y ampliación de zonas
de ganadería y agricultura sin la utilización de tecnologías limpias; a ello se
aúnan la creciente contaminación por las descargas con escaso control de los
residuos sólidos y líquidos”, tal como lo señala el documento de Lineamientos y
Directrices de Ordenamiento Territorial del Departamento de Santander.
Entre las innumerables falencias que se evidencian en los
planes de desarrollo son notorias las inconsistencias en relación a la adopción
y aplicación de los planes de gestión de cambio climático territorial. Las escuálidas
metas de los planes de desarrollo, tanto municipales como departamentales, nos
dejan serias preocupaciones sobre el conocimiento y la aptitud de quienes se
han encargado de proponer las diversas metas y sus programas de desarrollo.
Hacemos un llamado, que se convierte en un clamor de todos
los ciudadanos, hombres y mujeres que desean asegurar un bienestar en armonía
con la naturaleza, para que no se siga posponiendo un trabajo serio y dedicado
a revisar, reestructurar y dar buen desarrollo a los planes de adaptación al
cambio climático en todos los aspectos integradores de la vida en nuestro
departamento; proceso que involucra todos los componentes, desde la educación
hasta los mecanismos de producción y desarrollo, pasando por las instituciones
y las maneras de acompañar, asesorar y vigilar el cumplimiento de los mismos.
En conformidad con lo anterior, solicitamos se nos informe,
al igual que a toda la ciudadanía, las acciones que han realizado para
desarrollar los programas de adaptación al cambio climático y las acciones para
realizar un apropiado seguimiento a los mismos programas, así mismo como los
montos y destino de dineros que se han invertido en tales aspectos.
Solicitamos se nos informe las razones por las cuales no se
han desarrollado programas eficientes en la gestión y manejo de los residuos, a
la luz de los desarrollos que sobre el tema existen en diversos lugares del
mundo y de nuestro continente.
Por último, invitamos fraternalmente a un examen de
conciencia histórica sobre las acciones presentes que podrán evitar las
catástrofes ambientales que nos depara el futuro de no trabajar con la mayor
prontitud y ética humana. El cambio climático es una realidad y de todos
depende que tanto daño cause a la vida como la conocemos en la tierra. De todos
depende la tierra que heredarán los futuros santandereanos y como nos recordarán
según su calidad de vida.
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