Desde la fundación en 1857 del departamento de Santander, por el entonces presidente Mariano Ospina Rodríguez han transitado cientos de hombres que desde el precepto caudillista y con las lógicas gamonalistas han dominado a su antojo los espacios gubernamentales que la democracia les ha permitido.
Aparecen allí nombres como el del General Eustorgio Salgar Moreno en 1862, Rafael Otero Navarro en 1864, German Vargas Santos en 1874 llegando a la década de los noventa con Jorge Gómez Villamizar, con la aparición en el escenario de Hugo Aguilar Naranjo, con Horacio Serpa y terminando hoy por hoy con el actual gobierno de Mauricio Aguilar.
En ese repaso por la historia, nuestro departamento pareciera anquilosado en ella, poco o muy poco ha cambiado en las formas o en los estilos de dichos gobernantes, con el agravamiento en estos últimos 30 años de unas acciones que desnaturalizan completamente el ejercicio de gobernar, los otrora gamonales por supuesto que condicionan sus decisiones a una visión subjetiva llena de imaginarios enmarcados en el contexto del todo poderoso, del amo y señor de la comarca, de esos que creían que eran designados por la divina providencia con la exclusividad de ocupar dichos cargos.
Pero en medio de esa ceguera al menos tuvieron una visión del desarrollo, concibieron a Santander como un gran departamento, de hecho, lo éramos, visionaron la ejecución de grandes obras, la creación de grandes instituciones como Ecopetrol, la UIS, el acueducto metropolitano de Bucaramanga.
Quienes han ocupado dichas majestades en las últimas tres décadas no han tenido siquiera una visión cortoplacista del desarrollo y por el contrario, han actuado en concordancia con esa herencia gamonalista, pero profundizando sus actuaciones al punto de ponerlos en esa débil línea que divide lo institucional con actitudes mafiosas o traquetas como se dice popularmente.
Cerrar completamente las puertas de una gobernación, cesar todas sus actividades en un día laboral, para celebrar el cumple años del gobernador de turno, con mariachi incluido, no es más que el estilo ególatra de los reconocidos capos de la mafia que hemos tenido en el país, con otro agravante, que la primera autoridad del departamento que se gasta el presupuesto, recursos que hemos llamado no prioritarios por cerca de 2.000 millones de pesos, en un contrato cuestionado como es el del famoso Call-Center, que invierten en publicidad haciéndole llamados a los ciudadanos para que sean responsables con el autocuidado y el aislamiento preventivo para evitar más y más contagios de la pandemia del covid-19, aglomere en un espacio reducido, una cantidad considerables de empleados públicos para que le hagan loas, canten a rabiar el “happy birthday” ranchero y disparen fotos y videos para sus redes sociales al mejor estilo del glamour que esbozan esos trágicos personajes ya enunciados.
Mientras tanto miles de empresarios, cerca de 3.000, han tenido que cerrar sus pequeñas y medianas empresas, sus negocios, porque las condiciones impuestas en las restricciones gubernamentales han limitado sus actividades comerciales y empresariales, llevándolos a la quiebra. No se entiende entonces, como por un lado el gobernador hace un despliegue de recursos y de manejos de su imagen personal para mostrarse como un guardián de la vida y la salud de los santandereanos mientras en su casa, el recinto de la gobernación de Santander, permite la organización de tamaña celebración. Con otro agravante anunciado por epidemiólogos y por los expertos en el tema del arribo de un tercer pico en los próximos días que volverá a poner en alerta todo el sistema de salud departamental, especialmente las salas UCI.
Lo de la celebración del cumpleaños de Mauricio Aguilar no es un simple acontecimiento, reprochable por supuesto, es nada menos y nada más que el reflejo de una historia republicana, la cual no hemos podido superar como sociedad y que sigue siendo permisiva con este tipo de actitudes bochornosas, contrarias a lo que debería ser el principio fundamental de los comportamientos de nuestros gobernantes, por eso es necesario que por cada hecho como estos, así para algunos parezca muy simple, debemos hacer la reflexión profunda y mirar si de esta manera, con estas formas, con estos estilos y con personajes como estos, transmitimos un mensaje transformador, renovador de las costumbres políticas a la mayoría de los ciudadanos y generamos una nueva dinámica social.
Estoy plenamente convencido que no es de esa manera, así no lograremos consolidar una noción de democracia, de transparencia, una noción de servicio, una noción de humildad, del que hacer de la política, es tan responsable de esto el gobernador como quienes motivados por la adulación actúan de esta manera, porque tenemos que reconocerlo, mientras a muchos ciudadanos estas actuaciones nos generan sin sabores a otros, muy pocos, les parecen loables, pero impactan al grueso de la población haciéndoles creer que esto hace parte de nuestras tradiciones y nuestras costumbres, he ahí la gravedad de estos actos. Por eso los ciudadanos en cierta medida actúan en concordancia.
La tarea no es fácil, por eso necesitamos desplazar de manera democrática de los espacios de poder a quienes siguen pensando que esto es el patio trasero de su casa, que es su finca, que es un platanal, donde pueden hacer y deshacer llevándose por delante la institucionalidad y transmitiendo un mal ejemplo, que lo único que logra es, la justificación de ciudadanos que actúan en esas mismas lógicas. El 2022 tiene que remover las fibras de los santandereanos, esos santandereanos que hemos sido rebeldes por naturaleza, esos santandereanos que fuimos determinantes en la independencia de Latinoamérica y esos santandereanos que libramos la más feroz batalla (la de pienta) para lograr la independencia de nuestro país.
Santander nunca se ha rendido, solo está anestesiado por unos actores políticos que haciéndose a manejos publicitarios, a recursos públicos y a muchas otras maniobras, adormecen y compran las conciencias de nuestro pueblo, el 2022 debe ser el despertar de estos comuneros y librar una batalla muy importante, la de la independencia de manera decidida de los clanes políticos que han convertido a nuestro departamento en un lodazal de corrupción, ya esta bueno, es hora de parar el saqueo, la decidía, la antidemocracia y reconstruirnos como lo que hemos sido siempre, una región pujante, de hombres y mujeres honestos, una región de ciudadanos trabajadores que creen firmemente en lo que somos y ven a Santander con la dimensión y la grandez que se merece. Esa debe ser la decisión y a eso los invito con la mayor firmeza y con la mayor vocación. Es Con la gente que Santander No se rinde.
EMIRO ARIAS BUENO
Economista
Mg en Ciencia política
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