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16 de junio de 2021

Mi experiencia con el Covid

Todo empezó con un pequeño malestar en la garganta. “Carraspera” suele llamársele. Los dos primeros días unos síntomas normales y a partir del día tercero empezó a aparecer la debilidad.

Los primeros siete días, por llamarlo de alguna manera fueron manejables, algo de fatiga y debilidad pero nada más allá de eso.

A partir de la segunda semana, según los expertos médicos, es la zona de alto riesgo de afectación pulmonar. Los síntomas se aumentaron y la debilidad me llevó casi al punto de no poder levantarme de la cama.

Apareció la fiebre que había estado ausente hasta ese momento y los dolores de cabeza intensos. Los mareos no se hicieron esperar y la sudoración corría por mi cuerpo como si estuviera bajo la ducha. A partir de ahí viví literalmente un infierno que llevó a afectar mi condición sicológica de manera impresionante.

Pasé cerca de quince días de desesperación, de angustia, de miedo pensando cada instante en que momento tendría que ir a una clínica.

Las noches eran interminables, el sofoco no dejaba dormir y la cama se convertía no en una zona de descanso, sino en una especie de tortura que solo era contenida con el amanecer.

Los días eran interminables, tomarme la saturación y el ritmo cardiaco me aterraban porque llegué a estar en ocasiones en el límite y solo la llamada al médico que me empezó a monitorear, me daba algo de tranquilidad.

Comer era un reto, el desgano era tal que no provocaba consumir ningún alimento y comer forzado dadas las condiciones de debilidad del cuerpo era necesario.

Escuchar las noticias y ver que no hay una cama UCI disponible, que la gente se está muriendo en urgencias de los centros médicos y a ello sumarle que las redes sociales más parecen hoy un obituario que otra cosa.

Enterarse en medio de esto de muertes de personas cercanas o conocidas impactan aún más nuestra condición sicológica y por supuesto, ayuda al deterioro físico con mayor intensidad.

Así pasaron casi veinte días de estos veinticuatro que llevo al escribir esta columna. Hoy por fin pude salir del apto, camine unos veinte minutos por el entorno del barrio y me sentí mucho mejor. Me fatigo por supuesto y me dice el médico que demoraré en recuperarme a plenitud en un periodo de cerca de tres meses.

Perdí cerca de seis kilos de peso de masa muscular, mi delgadez es el reflejo de la dureza con la que el virus ataca nuestro organismo.

Dado que muchas personas aún no se han contagiado pero como están las cosas muchos se contagiarán, me permito, con base en mi experiencia hacerles las siguientes recomendaciones para que tengan una ruta clara y oportuna de como asumir el virus en caso de contagio.

Al primer síntoma, que puede ser un simple dolor de cabeza, irritación de la garganta, mareo, fiebre, diarrea, vomito o debilidad, acudir inmediatamente a su EPS hacerse la prueba e iniciar uno de los tratamientos que los médicos sugieran.

Yo inicié con la ivermectina tomando una sola dosis de acuerdo al peso corporal, por cada kilo una gota, y la azitromicina que se toman tres dosis una por día. Lo demás es tener a la mano acetaminofén por 500 e ibuprofeno de 800 para tratar de paliar el malestar.

La hidratación es clave, deben tomarse por lo menos entre dos y tres litros de agua y consumir día por medio un tarro de pedialyte para recuperar sales minerales.  Tener a la mano siempre un oximetro para estar monitoreando la saturación que no debe ser menor de 90 y el ritmo cardiaco. 

Mantener ventilado su casa o apto también es clave. Solo que si el día está muy frio es mejor mantener todo cerrado. Cuando el sofoco los embargue traten con un abanico o algo que les ayude a refrescarse aireándose de manera suave.

Quienes puedan tener a la mano un médico que les tome los niveles de azúcar, les revise los pulmones, les tome la presión arterial, mucho mejor. Acá les puedo sugerir a quien de manera muy especial me acompañó en los momentos más difíciles de este proceso.

Por último. Mantener la calma es el 60% de la minimización del impacto del virus en nuestro organismo. No dejarse ganar de la cabeza imaginando situaciones a las cuales no se llegan si se mantiene una actitud mucho más positiva y de mayor tranquilidad, entendiendo que el virus tiene un ciclo dentro de nuestro cuerpo y se va yendo con el trascurrir de los días.

En mi caso, el día veinte fue el día donde empecé a sentirme mejor, hoy estoy en el día veinticuatro y poco a poco voy mejorando la funcionalidad de mi cuerpo y mis órganos internos.

No sobra decirles que el contagio se da en un segundo, que mantengan las normas de bioseguridad y auto cuidado permanentemente, el uso de doble tapabocas es clave y el lavado de manos permanente refregándose para así demoler el virus y evitar el contagio.

Viví literalmente un infierno, no deseo que nadie repita esto y que ojalá entendamos que la agresividad del virus afecta profundamente nuestra salud y su recuperación es lenta. Les envió un abrazo infinito y mis deseos por la salud de todos.

EMIRO ARIAS BUENO

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