Con la finalización de las campañas políticas al puesto más importante del país, se pudo evidenciar que estas fueron agotadoras, llenas de desprestigio, altercados, problemáticas y una que otra “corrida” de ética. Sin embargo, también se dejó en evidencia que a pesar de lo extenuantes y desagradables que pueden llegar a ser, el pasado 19 de junio Colombia eligió a través del voto popular a esos representantes del cambio que tanto anhela y pide a gritos: Gustavo Petro y Francia Márquez. Con una participación histórica del 58,8% de las personas habilitadas para ejercer su derecho al voto, el candidato del Pacto Histórico sumó 11.281.013 votos, mientras que Rodolfo Hernández consiguió 10.580.412. Debido a este acontecimiento sin precedentes, no sobra recordar que hubo varios intentos de personas que representan (y/o representaron) ideas de cambio como lo fueron: Jaime Pardo Leal y Carlos Pizarro asesinados en la disputa (aunque sus legados sobreviven) o Carlos Gaviria y Antanas Mockus que no pudieron alcanzar la meta. Pero, aun así, todos contribuyeron a que, por primera vez en la historia de nuestro país, un proyecto político con ideas de izquierda sea gobierno.
Tres semanas después del histórico 19, los medios de comunicación tradicionales se han encargado de generar pánico económico (a propósito, es un delito contenido en el artículo 302 del código penal) en la sociedad con base en mentiras y artimañas. Falacias tales como que el dólar inmediatamente subiría a $5.000 pesos, cosa que nunca sucedió; o que la reforma tributaria que plantea el gobierno entrante afectará a la clase media-baja cuando apenas se está creando un borrador del proyecto. Asimismo, creen que de forma inmediata Petro solucionará todos los problemas del país. Se han oído comentarios de todo tipo como: “se ha demorado en acabar el hambre, en brindar acceso a la educación, en ofrecer mejor calidad de vida, ¿en qué momento se deja de trabajar para vivir sabroso?”, no se ha posesionado y ya le han exigido más que a Duque en estos 4 años. Ni hablar del imaginario falso creado sobre Petro, para colmo hasta hace unos días era visto como un incendiario, pirómano, polarizador que quería dividir al país con sus ideas radicales, la realidad, es que el presidente electo tiene un discurso pacífico y conciliador, por ello ha convocado a un gran acuerdo nacional donde se escuchen todos los sectores sociales; incluidos aquellos que perdieron el poder por primera vez y que nos habían condenado a vivir con miedo, a vivir en la sombría política de muerte. En el marco de este gran acuerdo nacional, el mismo Rodolfo Hernández anunció que no será oposición y que acompañará las propuestas del nuevo gobierno, inclusive circuló por redes sociales un abrazo de unidad entre el nuevo senador de la república y el presidente electo.
El nuevo presidente en aras de darle serenidad a diversos sectores que se han encargado de atacar sus propuestas desde campaña, ha tomado decisiones acertadas respecto a sus ministerios, nombrando, por ejemplo, a José Antonio Ocampo como ministro de Hacienda; este nombramiento, da en cierta parte, tranquilidad a los mercados y al país, pues según la opinión de expertos, Ocampo es el mejor economista del país; a Álvaro Leyva como Canciller, ofrece un mensaje supremamente valioso para alcanzar la paz con los distintos grupos armados, ya que, tiene amplia experiencia en el sector público y su rol fue destacado en el proceso de paz que se llevó a cabo con las FARC-EP, reafirmando el camino de la justicia social y en paz; a Patricia Ariza como ministra de Cultura; una poeta, dramaturga, directora, actriz, cofundadora del Teatro la Candelaria, sobreviviente al exterminio de la UP, feminista y santandereana. También, se suman los nombres para la conformación del gabinete los de: Cecilia López como ministra de Agricultura, Susana Muhamad como ministra de Ambiente, Carolina Corcho como ministra de Salud y Alejandro Gaviria como ministro de Educación.
El inicio del cambio se veía lejano así Gustavo Petro y su fórmula Francia Márquez ganarán la presidencia y vicepresidencia, ya que, se suponía iban a ser mayoría los partidos de oposición y las posibilidades de cumplir con lo prometido en campaña eran pocas, por no decir que nulas. Sorpresivamente, el partido Liberal, junto con los Verdes y el Pacto Histórico se han declarado partidos de gobierno, en los últimos días el partido de la U dijo que sería partido de gobierno. El partido Mira será partido independiente y al parecer el Centro Democrático no será oposición, tampoco creo que realicen una oposición tan brillante como la que llevó a cabo el mismo Petro o Jorge Enrique Robledo. El partido Conservador está en veremos, lo ideal y lo acorde a su ideología política es que se declarase en oposición debido a las diferencias profundas en el proyecto de país que tiene el partido y el gobierno entrante, pero como la política es dinámica, lo más probable es que se declare partido de gobierno o independiente. Todo indica que Petro tendrá la gobernabilidad que necesita para realizar las reformas que requiere el país, eso sí, quizá no tan profundas como las había planteado inicialmente, pero es el principio de un nuevo amanecer.
Capítulo aparte merece el encuentro entre el expresidente Álvaro Uribe y Gustavo Petro (como se ha venido hablando del gran pacto/acuerdo nacional), quizá, los dos personajes más importantes de la política nacional, con posiciones ideológicas totalmente antagónicas y enemigos públicos. Ningún político fue tan directo y contradictorio con Uribe en su gobierno como lo fue Petro, pues en el Congreso desarrolló debates destacados sobre la parapolítica, los falsos positivos y entre otros temas. Para muchos un encuentro de tal magnitud se veía inviable e imposible, pues bien, dicen por ahí que lo único imposible es lo que no se intenta. Por supuesto, cada causa tiene su consecuencia, si Uribe es presuntamente responsable en su totalidad o parcialmente de los falsos positivos, debe responder por ello, ya que, no hay paz sin justicia, sin verdad ni reparación. Lo productivo del encuentro es que se envía un mensaje claro y contundente a los colombianos de construcción de país en medio de las diferencias. Uribe declaró que nadie se debe ir del país, que se debe trabajar por Colombia, invitó a su partido a acompañar las propuestas donde tengan puntos comunes y realizar una oposición inteligente a las propuestas totalmente diferentes.
El cambio va mucho más allá de una elección. Claro, nadie niega que sea un avance importante, pero esa no es la meta. La construcción de un mejor país solo es posible si se desarrolla en los territorios históricamente olvidados por el Estado, en aquel municipio que vive en medio de la guerra y sueña con la paz, con el campesino que quiere trabajar la tierra con la esperanza de vender sus productos a un precio justo, con aquel joven que sueña ingresar a la universidad pero por falta de recursos no puede, con el cambio de rol y la participación de la mujer en nuestra sociedad y con oportunidades de vida digna para los que históricamente han sido excluidos y marginados, para los nadies. El cambio también es que podamos vivir en comunidad sin tener que ser violentados o asesinados por nuestra ideología política, raza, credo, orientación sexual, ideología de género, etc. Porque el vivir sabroso es vivir en paz y con dignidad, es vivir sin miedo y con garantía de derechos.
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