En los últimos años la inseguridad en el Área
Metropolitana de Bucaramanga ha incrementado en niveles desproporcionados.
Según información recolectada por Vanguardia, en lo que llevamos del año 2023
han ocurrido más de 300 robos, lo que se traduce a un poco más de 16 hurtos
diarios. Lo anterior sin contar a más víctimas de este delito que no interponen
la respectiva denuncia ante las autoridades competentes.
Pero la inseguridad va mucho más allá de dar unas
cuantas cifras o estadísticas, cabe resaltar que a las personas que fueron
hurtadas, les costó horas de trabajo, sudor e incluso malos tratos para
conseguir sus elementos personales para que aparezca una persona quien se cree
dueño de lo ajeno, en segundos le arrebate lo que tomó mucho esfuerzo conseguir.
La tristeza y la ira, sumadas a la impotencia de ser despojado de los medios mediante los cuales consigue
llevar el sustento diario a su familia, sumado a la limitación de las
autoridades para garantizar la seguridad de los ciudadanos, dejándolos a merced
de la criminalidad; Motos, teléfonos, bolsos o simplemente efectivo,
representan transportes, trabajos y medios para el desarrollo de los
ciudadanos, desde cumplir con sus funciones como trabajadores hasta proveer a
sus hijos con los medios para asistir al colegio.
No solo los elementos materiales, la integridad física
de las personas se pone en riesgo y en distintos casos las víctimas son
golpeadas, apuñaladas o asesinadas, aún cuando no imponen resistencia. No existe una respuesta contundente de las
autoridades locales que permita reducir los índices de criminalidad debido a
que ni la policía ni la fiscalía, ni ninguna autoridad nacional tienen la
estructura suficiente o un enfoque de la política criminal que tenga como base
evitar la comisión del delito. Para
nadie es un secreto que en la mayoría de ocasiones no se cuenta con
intervención oportuna de las autoridades locales que evite el hecho delictivo,
sumado al problema estructural de la sociedad cuya problemática no cuenta con
soluciones más que la construcción de cárceles y el aumento de penas sin que
exista un real enfoque que permita reducir los índices de criminalidad.
El colapso del sistema judicial, los elevados hurtos, la nula reparación integral de las víctimas es muestra clara del fracaso de la estrategia de seguridad implementada por los mandatarios locales. Ningún lugar de la ciudad es un espacio seguro. La desconfianza impera sin importar en qué barrio o zona se encuentre. Por lo general, la delincuencia se concentraba en determinados sectores del área metropolitana, hoy el foco de inseguridad está en la totalidad del área metropolitana de Bucaramanga. Es correcto afirmar que los alcaldes fracasaron en materia de seguridad, que los robos han sumergido a la población en un estado de tensión y terror al momento de salir del hogar, es por ello, que se hace necesaria la real participación de la academia, organizaciones sociales, autoridades locales y nacionales, pero sobre todo, la presencia de la comunidad que exprese las problemáticas y ayude en la construcción de soluciones que contrarresten los índices de criminalidad creciente para recuperar la tranquilidad de los ciudadanos.
Toca aprender a pelear a cuchillo.
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