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31 de enero de 2023

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

Comenzó el 2023 con grandes expectativas para los colombianos; por un lado, el ciudadano de a pie, confiando en la Divina Providencia que sus esfuerzos rendirán algún fruto para garantizar la subsistencia digna de su hogar, y si fuere posible, cumplir alguno de esos tantos sueños aplazados; por otro lado, el tradicional pícaro empieza a saborear el poder y las ganancias que sin mérito ni esfuerzo alguno recibirá por cuenta de la dinámica política de este año electoral.


No es un secreto que cada cuatro años nos enfrentamos a la crónica de una muerte anunciada; la muerte de quién, preguntarán algunos, y la respuesta se recibe con no menos que franca tristeza: la muerte de la democracia y nuestras dignidades estatal y ciudadana a manos de los líderes corruptos, a quienes les basta con mover algunos hilos para accionar un sinnúmero de triquiñuelas en las entidades públicas, de forma tal que sus candidatos y alfiles políticos tengan allanado el camino al triunfo, aunque con ello se mancille el interés general.


La jugadita mas común que veremos en esta época serán las rotaciones laborales en todos los niveles jerárquicos de las entidades públicas: empezaremos viendo “sorpresivas renuncias” de funcionarios de altos mandos, para que el feliz reemplazante comience a ubicar en todo tipo de cargos a “su gente”, previamente alineada al objetivo político propuesto para las elecciones.


Después comienza a moverse la baraja de mandos medios y del personal operativo, esta etapa será la de mayor impacto social, pues miles de trabajadores y prestadores de servicios honrados no serán renovados en sus puestos, para dar paso a los “recomendados”, que por regla general aportan poco o nada al servicio público. Estos cargos son los que hacen el trabajo sucio. Dentro de poco son los que estarán obligados a presentar planillas con firmas para esos candidatos “independientes”, también los encargados de empezar a generar las bases de datos de los potenciales electores y de aplicar la estrategia de “todos tenemos 10 amigos” para multiplicar los futuros votantes.


Por último, es el turno de las empresas contratistas de entidades públicas, quienes también deben hacer considerables rotaciones en su talento humano para vincular a los recomendados del político que previamente ayudó a conseguir el contrato estatal.


A este grupo de personas y acciones se le llama MAQUINARIA, pero con seguridad eso ya lo sabía el lector; la finalidad de esta columna no es descubrir que el agua moja, sino concientizar a los ciudadanos de a pie sobre la inminente necesidad de unirnos para derrotar a este monstruo de mil cabezas y sus malas prácticas políticas, para que algún día esta crónica de una muerte anunciada no sea más que un triste recuerdo.


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